viernes, 29 de enero de 2010

JORGE OTEIZA


Jorge Oteiza, el escultor del vacío y el silencio, revolucionó la escultura a mediados del siglo pasado. Además de escultor, fue arquitecto, ensayista y poeta, pero le gustaba definirse sobre todo como un «obrero metafísico». Como todos los genios, era un hombre de fuerte personalidad, excesivo y polémico, un artista polifacético, un agitador cultural infatigable, cuya enorme influencia va más allá de su labor como escultor. Siempre procuró, por un lado, contribuir a la creación de un arte vasco, como son sus intentos por fundar la Escuela Vasca; por otro lado, en su obra escultórica se aprecia el desarrollo de las principales vanguardias de su época y una concepción trascendental del arte. En este sentido, su obra más simbólica y más conocida son las estatuas del Santuario de Aranzazu. Premio Príncipe de Asturias de las Artes eSe puede hablar de tres etapas diferentes en la obra de Oteiza: entre 1930 y 1950 se dedicó a buscar las herramientas conceptuales que definieran un propósito experimental .


propósito experimental (como la estatuaria de la Basílica de Aranzazu); y entre 1957 y 1959 se dedicó a extraer conclusiones de todo el trabajo anterior: abandonó el expresionismo y la figuración para encaminarse hacia la abstracción, que le lleva al vacío y la ocupación-

desocupación del espacio. abajo en el Laboratorio de tizas); entre 1950 y 1957 desarrolló este



Para Oteiza, “el espacio es el sitio que se desaloja, el vacío que se hace a sí mismo estatua”. El verdadero protagonista de la escultura es el vacío, el hueco que crea.Así llegaría a la culminación de su trabajo con las series Desocupación de la esfera (1957-1958) y Cajas vacías o Cajas Metafísicas (1958), en las que el objeto queda desmaterializado casi por completo en favor de un espacio que él entendía metafísico y espiritual. En esta tensión entre volumen y espacio la escultura no se limitaba a cuestiones formales, sino que implicaba una forma de entender el mundo y el papel que juega el arte en éste.



En 1959, después de sus Cajas Metafísicas y Esferas Vacías, Oteiza da por concluida su labor como escultor para ejercer activamente como intelectual, palpable en sus textos de antropología, filosofía y el conjunto de su obra poética: Quisque tándem, Dios existe al noroeste, Ley de cambios....Pero la muerte artística de Oteiza no es tal, el silencio en él debe ser interpretado también como un método de trabajo. En Oteiza obra y persona son inseparables: pretende desnudar al yo creador de las características o atributos personales que le impiden afirmar su ser. Es la eliminación de todo lo superfluo, tanto en la obra como en el propio artista.Jorge Oteiza se consideraba un poeta que había sido escultor durante un tiempo: «Es lo que me cura, lo que me quita la angustia y me devuelve el equilibrio. La poesía es mi marcapasos».


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